Desde hace hoy 49 años, el 24 de marzo no es una fecha más. Es evidente que nuestro Pueblo le asigna un significado especial, en que conviven el dolor que continúa y el desafío sostenido por construir un país democrático y respetuoso de los derechos humanos.
En tal sentido, como ListAzul hemos visto a la UNS recorrer un camino arduo, no exento de contradicciones y retrocesos, pero que la llevó en los últimos años a madurar el reconocimiento de lo que fue durante el terrorismo de Estado: víctima, victimario y escenario de una persecución feroz que le apuntó en primerísimo plano.
Ese triple papel emerge desde su carácter inevitablemente dual: era y es parte del Estado desde el que por entonces se desplegó el terror, pero sobre todo pertenece a la comunidad que padeció los tiempos de oprobio.
La UNS es un ejemplo del modo en que lo ocurrido involucró a todos los sectores de la sociedad: así como algunos integrantes de su plantel fueron partícipes de la maquinaria represiva, muchos otros –contados por decenas, o centenares- la padecieron en forma de asesinatos, desapariciones, expulsiones o censura. La Universidad misma era vista, por los diagramas criminales, como un ámbito a subyugar o eliminar.
Como lo recordamos desde nuestro nacimiento como agrupación, el estamento que integramos también sufrió la persecución y posterior impunidad de los responsables. Por fortuna, el camino de reparación de legajos laborales iniciado en la UNS va recuperando las historias de no docentes que fueron víctimas de secuestros y asesinatos, pero también de aquellas y aquellos que vieron cercenadas sus carreras por efecto del terrorismo de Estado.
Es un aspecto que no puede soslayarse: aquel plan criminal privó al Pueblo de aportes que las y los no docentes siempre realizamos, a través de la Universidad, al bienestar y desarrollo de la comunidad.
El camino de Memoria y Verdad no solo acerca necesaria Justicia al pasado, sino que es un elemento fundamental para la permanente construcción de futuro. Nunca debemos olvidar que el odio, que busca su primera legitimación en la palabra, puede destruir rápidamente aquello que a las sociedades les toma generaciones construir y reconstruir. Es importante no perderlo de vista hoy, en que la universidad pública se encuentra nuevamente bajo un feroz ataque discursivo que busca justificar el recorte de presupuestos y salarios. Nuevamente tocan tiempos de difamaciones hacia quienes integramos y defendemos este sistema universitario.
Por eso es que, desde la Memoria, la invocación sigue conjugándose en futuro: Nunca Más.