El año pasado, la comunidad de la Universidad Nacional del Sur tomaba conocimiento de cómo, flagrantemente, un funcionario formulaba un dictamen que intentaba dejar sin efecto un concurso de una Categoría 2 administrativa de la dependencia en la que cumple funciones, la Secretaría General de Cultura y Extensión.
Teniendo en ese momento a cargo la representación No Docente en el Consejo Superior, la ListAzul fue miembro informante del proyecto de resolución que denunciaba el exceso de atribuciones de este funcionario y finalmente denegaba el recurso de impugnación abriendo el camino a la justa designación de la compañera que había obtenido mayor puntaje por mayoría del jurado. Una mayoría que conformaron, por cierto, una compañera y un compañero de nuestro estamento, de amplias trayectorias.
Entendíamos -y lo sostenemos- que la voz del CSU, la denuncia de nuestra compañera contra el funcionario Juan Slagter y el posterior dictamen de los órganos de Protocolo de Violencia de Género y Discriminación de la UNS iban a ser más que suficientes para que las autoridades de nuestra institución le pidieran un paso al costado. Esperábamos mucho más que una continuidad sin consecuencias ya que éste no puede ser un estándar para optar a funciones dirigenciales de una universidad nacional.
Ahora, las mismas manos, pero no las mismas firmas, impulsan la creación de una nueva categoría 2 para la dependencia referida, al existir ese vacío tras someter a una presión constante sobre nuestra compañera para generar su traslado. Por el momento, el proyecto retirado del plenario de hoy miércoles deja su concreción en suspenso.
Podría resultar ocioso, pero varios compañeros nos preguntan cómo se llega a una situación así, qué clase de soporte puede mantener a alguien en este escenario en el poder. El modo de elección de funcionarios por parte del rectorado obedece a cuestiones que tienen que ver con las coaliciones que se conforman para el acceso al gobierno. No nos podemos acostumbrar a que los liderazgos estamentales sean ejercidos por actores ajenos a los que los votan y le dan soporte. Y tampoco puede haber desentendimientos, según convenga estos líderes extraños a su estamento pueden convertirse en grupos de presión intramuros a la gestión, que debe por medio de órganos colegiados conseguir soporte en forma de votos para impulsar sus políticas.
Así llegamos a este punto capital, y -más allá de lo antes expresado- no podemos equivocarnos: la oposición a esta creación de un cargo está siendo más un ataque a las consecuencias que al pecado que le dio origen. Pero también afirmamos que no se puede seguir sosteniendo a funcionarios que ejercen violencia institucional.
Invitamos a la movilización al CSU –hoy miércoles 30, a las 18 horas, en avenida Colón 80– a la comunidad universitaria, independientemente de su posicionamiento gremial o estamental.
Las y los no docentes no somos empleadas/os de las gestiones somos integrantes plenas/os de la comunidad universitaria.