El último miércoles 8 fue un día histórico para la Universidad Nacional del Sur: su Consejo Superior resolvió por unanimidad otorgar el título doctor Honoris Causa post mortem al estudiante David “Watu” Cilleruelo y en su figura al conjunto de las y los integrantes de la comunidad universitaria que fueron víctimas de la Triple A y la última dictadura cívico militar, entre 1974 y 1983.
En sus fundamentos, la distinción aprobada el 8 de setiembre señala que el accionar represivo no fue un acto individual sino colectivo para amedrentar, disciplinar y atemorizar al conjunto de la sociedad, tal como nos han enseñado a lo largo del tiempo los organismos de Derechos Humanos con su lucha y compromiso.
Para la ListAzul fue un orgullo haber aportado el voto no docente para aprobar un homenaje postergado, que incluye a muchos compañeros de nuestro propio estamento.
El miércoles 7 de julio, el Consejo había tratado por primera vez el tema, tras recibir un proyecto avalado por medio millar de firmas, surgido de una solicitud de la fiscalía en el juicio contra exmiembros de la Triple A.
En aquella sesión de principios de julio, también por unanimidad, se conformó una comisión ad hoc de reconocidas personalidades para evaluarlo. Nuestro voto también acompañó aquella unanimidad.
Pocos días más tarde, el 2 de agosto, el Tribunal interviniente dictó sentencia en el juicio.
En la siguiente sesión del Consejo, dos días después, señalamos que la UNS está ante un hecho histórico que también debía servir como homenaje a quienes durante muchos años, en épocas de cerrado silencio institucional, habían mantenido en alto las banderas de la Memoria.
El recuerdo incluye a la comunidad estudiantil de mediados de los 80, que solicitó sin éxito la cesantía de Remus Tetu, que el rector interventor Pedro González Prieto no aplicó pese a detallar minuciosamente las tropelías cometidas por el nazi rumano en un informe que narraba el crimen de “Watu” pero omitía mencionar su nombre.
También quedan en la memoria las intervenciones de las listas Integración e Intercentros. Esas representaciones de profesores y auxiliares, respectivamente, sostuvieron los reclamos frente a una institución que permanecía indiferente.
Es uno de nuestros orgullos: la ListAzul se sumó a esa senda, incluyendo a la Memoria, la Verdad y la Justicia como ejes vitales de su agenda, desde 1996, cuando comenzó a trabajar en la representación del colectivo no docente.
Resulta importante destacar que el reciente reconocimiento de la UNS a “Watu” y al conjunto de las víctimas del terrorismo de Estado no es un punto de llegada, sino de partida.
El homenaje deberá actualizarse día a día para ser valedero, para no vaciarse de contenido: estará en nosotras y nosotros, en cada una de las personas que integramos la comunidad de la UNS el no consentir nunca injusticias, asimetrías e inequidades como las que ellos y ellas no habrían permitido.
Cada quien a su modo y con su encuadre, tenían por objetivo un mundo mejor. “Un amanecer azul”, como definió el compañero no docente Daniel Bombara en un poema que conforma nuestra más preciada bandera.
Daniel fue asesinado a comienzos de 1976. Su nombre integra el grupo de víctimas de nuestro estamento, junto a los de Néstor del Río, Roberto Garbiero, Mario Usabiaga, el recientemente recuperado recuerdo de Arturo Rosés y compañeras y compañeros que fueron cesanteados, perseguidos, amenazados, censurados u obligados al exilio.
El listado de docentes, no docentes y estudiantes incluidos en el homenaje está abierto a la permanente reconstrucción histórica. Su última versión puede leerse aquí.
“Watu”, cuyo nombre referencia a todos los que allí figuran, se suma a una extensa lista de doctores y doctoras honoris causa de la UNS de reconocidas trayectorias: Estela de Carlotto, Baltasar Garzón, Osvaldo Bayer y Eugenio Zaffaroni, entre otros. La ListAzul acercó el voto no docente para acompañar todas las designaciones.