50 años después, más Presente que nunca

Los cincuenta años que hoy se cumplen del crimen de David “Watu” Cilleruelo han atestiguado silencios y vergüenzas, derrotas dignas y arduos triunfos, en la Universidad de la que tanto él como sus asesinos formaron parte.

Estudiante avanzado de Ingeniería, “Watu” abrazó la militancia comunista y sectorial, llegando a ser uno de los referentes estudiantiles locales. Fue esa la razón de su asesinato, por parte de criminales a órdenes del entonces rector Remus Tetu, uno de los jefes de la autodenominada Alianza Anticomunista Argentina en Bahía Blanca.

Esos hechos, como los ocurridos durante la dictadura posterior, pueden considerarse frutos de crueles imposiciones por vía de la intervención.

Distinto es el caso del silencio imperante luego de recuperada la democracia, que se extendió varios años y permitió a Tetu jubilarse como docente de la UNS y morir sin reproche institucional alguno. Lo mismo ocurrió con los integrantes de la comunidad universitaria que aceptaron ser partícipes de la intervención dictatorial.

Recién a fines de la primera década de este siglo, cuando los avances fuera de sus paredes empujaron en esa dirección, la UNS comenzó a mirarse en el espejo de su propia historia y a atender a lo que sectores minoritarios pero tenaces de nuestra comunidad sostenían desde décadas antes.

La experiencia acumulada entonces será vital ahora, cuando pretenden adhesión discursos de negacionismo sobre lo ocurrido durante el terrorismo de Estado. En tal sentido, vale reconocer que la UNS no ha arriado las banderas de Memoria, Verdad y Justicia. Por el contrario, se propone reivindicar no sólo a víctimas de homicidios o secuestros, sino también a quienes padecieron expulsiones o cesantías en el marco de la persecución.

El compromiso de quienes a diario hacemos la UNS -docentes, no docentes y estudiantes- será mantener fresca la memoria de lo ocurrido, rescatando la militancia altruista las víctimas, la abyección de los partícipes del plan criminal y la vergüenza por los años de indiferencia y silencio.

El terrorismo de Estado nos privó del empuje y los talentos de trabajadoras, trabajadores y estudiantes en camino de convertirse en profesionales que mucha falta hacen a nuestro Pueblo.

En el nombre y el rostro de “Watu” homenajeamos y recordamos a la generación que él integraba cuando, hace hoy cincuenta años, le arrebataron su joven vida.