Un miembro de un jurado, que además es funcionario, reclama voto calificado en un concurso no docente de su dependencia, la Secretaría General de Cultura y Extensión. Sencillamente porque es la autoridad.
El mismo funcionario pretende imponer sus propias pautas en un ámbito donde el jurado –como cualquier órgano colegiado- se expresa por lo que dicen la mayoría de sus integrantes. Quienes integraron esa mayoría tienen una comprobada calidad y trayectoria administrativa en la UNS, desempeñándose como categorías 2 durante varias décadas sin reproche institucional alguno.
Es curioso el argumento por el cual el funcionario entiende que su opinión debe prevalecer sobre la mayoritaria: por su condición de responsable político a cargo del área en cuestión. Resulta difícil entender cómo los pocos meses que han pasado desde su designación pudieron haberle dado un especial conocimiento del funcionamiento de la dependencia, como para decidir por sí mismo en el concurso de un cargo que además excederá, con toda seguridad, su periodo de gestión.
El respeto por las minorías consiste en que conste su voz en disidencia pero de ninguna manera que escriban su propia opinión sobre el proceso de concurso del que fueron parte, porque una de sus obligaciones es proteger a las postulantes.
La persona en cuestión nos falta el respeto a todas y todos los no docentes. Somos integrantes de una comunidad universitaria sin jerarquías entre sus estamentos, no vamos a admitir la arrogancia de funcionarios que circunstancialmente ocupan un cargo.
Los funcionarios y las funcionarias de las gestiones de la UNS nacen de la expresión de su comunidad universitaria. Aún reconociendo las deficiencias de este mecanismo de representación, hemos elegido participar en él.
Respetamos a quienes se elige o designa a partir de ese esquema. Pero no por eso se encuentran habilitados para menospreciar los saberes y trayectorias de compañeras y compañeros que integren los jurados, ni desconocer o avasallar los mecanismos que son producto de años de lucha, debates y convergencias de la comunidad no docente.